domingo, 3 de abril de 2011

Tratamientos para los trastornos de la alimentación

Es importante comprender que los trastornos de la alimentación son una enfermedad. Es común y esperable que el enfermo no intente modificar la situación. No es una falta de voluntad sino un síntoma de la enfermedad. La familia en estos casos debe ser la encargada de la consulta especializada de forma urgente.

Los trastornos alimenticios pueden ser exitosamente tratados y puede restaurarse un peso saludable. Es importante el diagnóstico temprano para obtener una éxito total en el tratamiento. Los trastornos alimenticios no son afecciones simples, debido a su complejidad demandan tratamientos largos y adecuados a cada situación, pero siempre deberá estar presente el trabajo interdisciplinario de los profesionales médicos. Un buen tratamiento contara con la conjunción de: cuidado y revisión médicos, intervenciones psicosociales, asesoría nutricional y, cuando sea adecuado, control de medicamentos.
En el terreno psicológico se entiende que los trastornos alimenticios son síntomas de asuntos subyacentes relacionados con conflictos emocionales. La alimentación trastornada constituye para quienes la presentan formas de nutrirse o protegerse, de expresar ira, de autocastigarse, apaciguar tensiones insoportables, distanciarse de situaciones dolorosas y hasta crear una identidad. Ello se manifiesta en expresiones como las siguientes:

“Comer me calma, me tranquiliza...”.
“Todo me agita y toda esa agitación la experimento como una sensación de hambre, incluso si acabo de comer. Tengo miedo de mí misma, de los sentimientos a los que estoy expuesta a cada minuto sin defensa”.
“Estoy en mi propia cárcel. No me importa lo que digan los otros, me he sentenciado a la delgadez”.
“La comida no me contesta ni me exige nada”.
“Después de purgarme me relajo”.
“Me siento exitosa cuando bajo medio kilo”.
“No me importa que todos me digan que no estoy gorda, que es cuestión de mi mente. Aun cuando sólo está en mi mente, yo llevo los pensamientos ahí. Son míos”.
“Cuando como, siento y es mejor no sentir; tengo demasiado miedo”.

Para quienes sufren trastornos alimenticios, la valoración que hacen de sí mismos está sobredeterminada por la imagen corporal, en la que se deposita la autoestima y la sensación de control sobre su vida. Problemas emocionales de todo tipo, conflictos personales en relación con la identidad sexual y de género, con las relaciones interpersonales y la falta de ubicación subjetiva también son determinantes de los trastornos alimenticios.



La negativa a comer o la compulsión bulímica se ofrecen como escenarios en lo que se despliegan deseos inconscientes que están, como mencionamos, fuertemente ligados a las vicisitudes de la feminidad.

Los conflictos de las personas con trastornos alimenticios son inconscientes y se mantienen ocultos hasta para ellas mismas. Sin esta consideración es imposible entender y atender estos trastornos, sus múltiples significados y simbolismos, las fantasías que se vinculan con la comida y que están detrás de las conductas patológicas. Además, sólo así se pueden comprender determinados rasgos tan característicos del trastorno como sus síntomas, los altos grados de reincidencia y de abandono del tratamiento, la falta total de conciencia de riesgo y la negativa a buscar ayuda

No hay comentarios:

Publicar un comentario